jueves, 13 de marzo de 2014

HOY CUMPLIRÍA 47 AÑOS ANDRÉS ESCOBAR, EL ÚNICO JUGADOR QUE SALIÓ DE UNA CANCHA A UNA TUMBA



imagen tomada de google 
Andrés Escobar Saldarriaga, insigne jugador de Atlético Nacional [A/N] y de nuestra Selección Colombia, quién por la década de los noventa deslumbraba con sus majestuosos cierres a ras de piso, con la sutil elegancia que lo caracterizaba y que pocos jugadores en el mundo han poseido.

"El Caballero de la Cancha" apodado por algunos, eterno central marcado con la casaca No 2, siempre fué un jugador con alto nivel de profesionalismo, pero por sobre todas las cosas, era todo un caballero dentro y fuera de la cancha.

Esta característica en principio, no debería ser ninguna novedad, pero cuando de jugadores de fútbol se trata, a veces si lo es, dado que muchos jugadores no son precisamente un modelo de comportamiento a seguir y por el contrario se han caracterizado por andar haciendo cuanto escándalo puedan en público.

Pero Andrés se distinguió por ser un jugador íntegro y un ser humano ejemplar, características que le sirvieron ( al margen de sus capacidades futbolísticas) para representar no solo a los que somos hinchas del verde, sino además, a los Colombianos en la selección.

Fué justamente con la selección Colombia por allá hacia el año 1988, en un partido amistoso contra la selección de Inglaterra en el mítico estadio de Wembley, en donde Andrés anotó un gol de cabeza tras un tiro de esquina, lo que lo consolidó como un eximio jugador, y le hizo ganar el remoquete de Andrés "Wembley" Escobar.

Representó a Colombia con la selección en los mundiales de Italia 1990 y USA 1994, y fué en este último mundial en donde en el partido contra la selección local, por esos caprichos del destino, anotó un autogol lo que contribuyó a la derrota de nuestra selección y prácticamente la pronta eliminación del mundial de USA 94 en primera ronda.

El fútbol presenta tres situaciones: pierdes, empatas o ganas, pero ninguna de esas situaciones debe cambiar el destino de la vida de un jugador, salvo en el caso de Andrés, al que desgraciadamente un autogol le cegó la vida y un promisorio futuro, por culpa de la demencia, la irascibilidad, el retraso mental y la intolerancia de un llamado "hincha", quien acabó con un jugador, con un hijo, con un hermano y sobre todo... con un gran ser humano.

Andrés... que Dios te bendiga donde quieras que estés, pero por sobre todo, que Dios nos perdone por ser humanos muchas veces indolentes, por pertenecer a una humanidad a la que a veces la demencia le gana a la razón.

Paz en tu tumba!!!




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