Finalizado el campeonato mundial Brasil 2014, con la
resaca normal después de disfrutar un mes de fútbol sin parar, estamos como colombianos
muy orgullosos del papel desempeñado por nuestra selección en este importante
certamen futbolístico.
Toda Colombia sin distingo de credo, raza o condición, que
les gustare o no el fútbol, sintió
emoción y orgullo con el desempeño de estos hombres de carne y hueso, que por
fin lograron representar dignamente a un país habido de triunfos y emociones.
Era difícil no contagiarse de la “fiebre amarilla” al ver
a estos futbolistas realizar un trabajo tan decoroso y digno como nunca antes;
niños y adultos por fin vestimos la camiseta amarilla -y en ocasiones la roja-
con orgullo y alegría, disfrutando del
juego y goles de James, de las locuras de Cuadrado, de las atajadas de Ospina, de
la verraquera de Yepes, en fin.
Lo más importante es que el mundo entero ya volteó a
mirar en serio a Colombia y a sus jugadores y el legado del Pibe y de Rincón, incluso
de Asprilla con todas sus excentricidades e indisciplina, se ha visto traducido
en esta generación de futbolistas aplomados y maduros.
Madurez que por el bien de Colombia, necesitamos que se
siga transmitiendo de generación en generación futbolística, para que sigamos
siendo respetados en el mundo del fútbol, pues ya somos cuartos a nivel mundial
y no podemos ser inferiores a este reto.
La conclusión de este mundial es simple pero difícil:
debemos estar los colombianos también a la altura de nuestro país, ya nos dio el
ejemplo la selección Colombia, para ello, hay que cambiar nuestra mentalidad y
actitud, así que mi humilde contribución la comparto con este video que a continuación presento,
ojalá sea el punto de partida.
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